domingo, 5 de febrero de 2017

Ella observa la cotidianidad
como quien observa una obra de arte.
Las obras de arte las penetra con los ojos.
Y mis ojos no los mira, los devora. 

Lo sobredimensiona todo y eso me encanta:
las canciones viejas, mis poemas,
las pelis de culto y los dibujos de la enana.
 
Desde sus sentidos, el mundo es una hipérbole. 
Ella -no conforme con percibir- imagina.
Imagina sin límites, sin moldes ni corsés.

Personalidad con derechos de autor.
Fotógrafa de almas, no de selfies.
Ella es discresión llamativa,
introspección y sencillez.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Fea Posmodernidad - Poema





El mundo
gira loco ahí fuera.
La ciudad
es un lugar inhóspito.

Sueños truncados
se acumulan en las aceras
sobre las que un borracho cualquiera
arroja su vómito.

Nada es bonito
si tus ojos no me salvan
de las nubes que cubren
esta urbe amarga.

El amor no nos embarga.
Lo hace el banco.
Los pájaros ya no cantan.
Solo se oyen llantos y llantos

Mientras tanto,
jóvenes coquetean con la droga
tratando de eludir
que el sistema les ahoga.

Ahora hay libres mercados,
pueblos oprimidos.
Niños estresados
y hombres deprimidos.

Ya no hay pobres
ni explotados,
solo perdedores.
Tampoco ideales
ni aspiraciones.

No quedan valores
porque todo tiene un precio.
Y derechos ayer conquistados
hoy son casi un privilegio.

Ya nadie alza el puño
ni grita al viento.
La resistencia
es cosa de otro tiempo

Todo parece más feo.
No se respira alegría.
Todo parecerá más feo
mientras las calles sigan vacías.

sábado, 16 de julio de 2016

Toy Story

No pienso ser más tu Woody, ni seguir prolongando esta Toy Story. No voy a quedarme aquí, en la estantería de los juguetes viejos, cogiendo polvo a la espera de que Andy decida coser mis heridas.

Saldré de aquí y seré libre, aunque tu nombre en mi suela acompañe cada pisada del camino que labre.

Hoy el viejo vaquero de tu colección cuelga el sombrero y entrega las armas. Me voy sabiendo que irme es la única manera de hacerte comprender lo que soy y lo que valgo.

Es probable que sientas el amargo sabor de la culpabilidad al ver como el juguete fiel que siempre estuvo contigo se va por la puerta de atrás mientras tu te dejas encandilar por la novedad supérflua de Kenes y Supermanes.

No sé lo que me depara ni que me espera allá donde vaya. Quizás otro dueño me cosa las heridas o quizá acabe dentro de una caja, aislado, como extraña pieza de coleccionista.

Lo que está claro es que en esta historia no seré más tu juguete, ni andaremos de la mano "hasta el infinito, ni mucho menos".

jueves, 30 de junio de 2016

Quiero y no puedo.

Echo de menos mi lado pesimista, aunque realmente nunca me abandone del todo. Pero si, ya empiezo a echar en falta su presencia, está como ausente, eclipsado por mi lado sudapollista y liberal que más que restarle peso a las cuestiones del alma, ha aprendido a convivir con las cargas que generan. Acumulando putadas y encajando crochés emocionales con una sonrisa indiferente y una mirada apática.
Hoy me apetece enfadarme con el mundo, enfadarme contigo. Me apetece escuchar poemas deprimentes de Hasel y odiarte muy fuerte, frustrarme y gritarte: "ya no, ya no vuelvas" hasta quedarme sin voz y compartir la injusta incomprensión con Pablo.
Me apetece llorar hasta tarde y escribirte afilados versos a despecho como venganza. Pero no puedo. Sinceramente me das igual aunque, como dije antes, me gustaría poder odiarte de nuevo.
Estoy inmunizado contra falsas ilusiones. Vacunado contra besos en las comisuras, suspiros en los oídos y miradas semieternas. Porque sé que igual que vienen, se van. Porque el candente deseo de hoy, quizá mañana sea un error del ayer.
Supongo que soy como ese capricho que te enamora desde el escaparate, pero que, por alguna desconocida razón, tras comprarlo impulsivamente, aguarda en tu ropero para siempre, como esperando a que sea temporada de abrigarte.
Quisiera odiarte, pero no puedo.
               
                                                       F. Sosa

domingo, 26 de junio de 2016

26 J, tus Elecciones Generales

Hoy, 26 de Junio de 2016, se celebran tus Elecciones Generales. Ganará, de nuevo, el inmovilismo. La ilusión y esas ganas de cambio que tanto nos prometían se desvanecerán, se colarán por el desagüe y yo tendré que exiliarme de tu cuerpo.

La clandestinidad se ha convertido en algo peligroso e inseguro, tendré que renunciar a la lucha amada. Entregaré los besos, las caricias, las miradas infinitas y me exiliaré, aunque acaben fusilándome las ganas de volver a verte.

Quizá debiera luchar por la libertad de mi patria, tu cuerpo. Pero la historia me dice que no me recordarás por ello y yo no quiero acabar olvidado en una cuneta como tantos otros héroes.

Una vez más me convenzo de que, mediante las urnas, no vendrá el cambio real, así nunca conquistaré mis derechos. Este sistema vil nos seguirá oprimiendo, aunque tú te sientas libre de elegir a quiénes te expolien.

Te escribo esto, patria mía, desde el barco que me lleva hacia el exilio. Allí planearé lo que aquel muro pintado nos decía y lo  que hoy me he visto obligado a entender: "Me quiero salvar haciendo revolución desde tu cuerpo".

Volveré.

Fabián Sosa Franquis

jueves, 7 de abril de 2016

Poema - Nada


No creo que se tratase de un momento exacto.
No fue a una hora concreta.
Ni siquiera un febrero
o un octubre preciso.

Simplemente pasó,
como pasa todo
a lo que importancia le restamos,
sin hacerse notar.

Fue un proceso lento
y silencioso
que se curtió a base de decepción
en pequeñas dosis.

Fue poco a poco,
sin darme cuenta,
empapando
como llovizna ligera.

Se trata de la petrificación
de las emociones.
La crisis del poeta.
La ausencia de musas.
La carencia de besos,
de caricias, de sexo.

Ni abrazos, ni perfumes,
ni dedos entrelazados,
ni pelos en la boca.
Solo labios secos y miradas apáticas.

Ni alegría ni tristeza.
Ni ilusiones desbordantes
ni decepciones inesperadas.
Solo yo. Solo nada.

Fabián Sosa.



sábado, 23 de enero de 2016

Inercia.

Y de un día para otro dejas de ser un niño. Cuando te das cuenta, aquel amigo del colegio ha pasado de jugar con la pelota, a coquetear con las drogas. Lala y Paco ya no venden golosinas en el estanco. Mamá dejó el curro después de tantos años explotada. Ya no me cuida mi hermana. Ya no hace falta. Casi que ya no puedo coger en peso a mi sobrino.
Ya rara vez me acuerdo de ella, de su perfume, de su lunar en la mejilla. Con el tiempo olvidé nuestros paseos por el parque, los besos en bancos, las caricias en portales. Ya no sueño con vivir de la pelota. Fui ingenuo soñando esa utopía. Ya ni si quiera tiro canastas en el poli hasta que se pone el sol.
No hay metas, ni sueños. Ni amor ni ilusiones. Tan solo queda una inercia que diluye esta crisis de aspiraciones.
Y si estudio una carrera es porque la cosa esta jodida. Que si "estudia inglés y vete fuera", que si "búscate la vida", "hay que ser emprendedor, ganarse la comida". "Periodismo? Pero eso tiene salida?"
Salida de qué? Si ni esta vida la tiene. Ni el rap, ni la poesía, ni nada que me llene. Nada de lo que creo tiene valor. Aunque dadas las circunstancias es un honor, un cumplido. Hace falta el altruismo en este mundo retorcido.
Hoy es uno de esos días en los que nada parece tener sentido, en los que el irritante sonido del despertador es el único motivo por el cual levantarse de la cama.
Uno de esos días en los que nadie logra comprenderte y cualquiera puede resultar un completo extraño.
Uno de esos días en los que tus quehaceres son meras obligaciones, de esas que te juraste no tener una vez fueras libre. Pero nunca llegamos a serlo.
La libertad no es más que esa ansiada capacidad, que solo unos pocos privilegiados poseen, de poder mandarlo absolutamente todo a la mierda.
                          
 Fabián Sosa

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Poema - Caos

Mi vida es un caos. Mis emociones son un caos.
Y mi habitación lo hace tangible.
Pero total, hace mucho tiempo que no entra nadie aquí,
así que ni me molesto en ordenar esta pocilga.

Estoy bien así. Recuerdos por aquí,
lo que nunca fue por allá.
Algunos abrazos por el suelo,
la papelera rebosando errores.

Pelusas con tu nombre que me recuerdan cada día
que ya es hora de acabar con este desorden.
De soplarle la capa de polvo a este libro
y pasar página, (desdoblando las esquinas).

Pero requiere demasiado esfuerzo.
Al fin y al cabo no se está tan mal aquí.
Disfrutaré del desorden y la soledad.

Solo espero que no entre nadie sin tocar
en lo que exprimo el placer de la nostalgia.

Fabián Sosa


lunes, 16 de noviembre de 2015

Columna de opinión - "La brecha"

Aunque muchos han tratado de negar lo evidente, la lucha de clases es real. Siempre lo ha sido. De hecho, creo que he estado palpando toda mi vida las diferencias de clase. Crecí en un barrio obrero a las afueras de la capital tinerfeña. Mi padre era carnicero y mi madre trabajaba de dependienta en una tienda. Como suelo decir, en mi casa ni sobró la plata, ni faltó un plato. Pero fui de esos hijos de trabajadores que estudió en la concertada. Sobretodo por aquel loco deseo de mi padre de que su hijo recibiese la “buena educación” que él nunca tuvo la suerte de recibir. Aunque eso le costara trabajar unas 14 horas diarias.

Esto hizo que yo llevase algo así como una doble vida. Estudiaba con hijos de futbolistas, importantes abogados, prestigiosos médicos, empresarios y  demás gente de buen ver. Y en mis tiempos libres jugaba en el barrio con hijos de obreros, repartidores, taxistas, parados… Ellos iban juntos a la pública. Lo cierto es que rara vez podía jugar entre semana. Yo siempre tenía tarea que hacer mientras ellos marcaban goles, construían casetas con palos o buscaban bichitos en los jardines. En el colegio se jugaba a otro tipo de cosas, como coleccionar y apostar cromos. Yo tenía miedo a apostar mis cromos y perderlos. Recuerdo que los otros niños del colegio jugaban con ventaja; tenían muchísimos repetidos y los apostaban sin ningún pudor. Nunca llegué a completar la colección.

Nunca olvidaré lo mal que me miraban los chicos del barrio cuando llegaba a casa con aquel refinado uniforme de polo, con escudo al pecho y jersey rojo de pico. Sin duda eso otorgaba cierta distinción a los alumnos del centro. Llevarlo puesto en mi barrio era algo así como una traición a nuestra naturaleza, a nuestra clase. Yo me avergonzaba de ello. Aunque siempre tuve claro a quienes pertenecía. Lo que no sabe mi padre es que la buena educación no la recibí directamente por parte de ese colegio de ricos. Más bien fue la constante e inevitable comparación a la que se vieron sometidos ambos entornos por parte del inocente juicio de un niño que creció saltando cada día la brecha que, inexorablemente, abre el sistema capitalista.

Fabián Sosa.


lunes, 12 de octubre de 2015

Poema - Vida II

Recuerdo cada beso que pudrió la cobardía
en esas noches clandestinas en las que
nos gritábamos con los ojos.

Sin embargo, las palabras
se nos atrancaban en la garganta
y parecíamos dos estúpidos
intentando congelar el tiempo.

Como si el tiempo tuviese tiempo
para pararse a esperarnos.
Como si la ciudad perdiese el vértigo
y la adolescencia fuese eterna.

Una mesa para dos.
Aunque ya sea tarde.
Cenemos cuando amanezca
y que la sobremesa se alargue.

Fabián Sosa